DAR ES SALAAM

La primera ciudad que visitamos, desde el aeropuerto al centro habrá media hora en taxi (15.000 shillings), se negocian con el taxista, y la primera impresión es el bullicio en la carretera, sale gente de todas partes y un tráfico caótico, gente ociosa por todas partes y vendedores entre los coche ofreciéndote de todo, la primera imagen fue impactante.
Nuestra llegada al New Continental hotel, después de pasar por el Jambo Inn y el Safari Inn, no dejó de ser lo que esperábamos, tres camas sin mosquitera y un cuarto de baño algo precario, pero nada que no esperábamos de antemano.

Sin darnos cuenta estábamos andando por Samora Street, mirando de un lado para otro y cruzando aceras y evitando coches por todos lados, pasamos por el Residencia Presidencial y de repente un olor fuerte, una humareda negra y un bullicio sorprendente estaba enfrente de nosotros, era el mercado del pescado, quizás fue la primera imagen que tuvimos de Dar, la primera sensación de las muchas que íbamos a tener en este viaje, pero sin duda una de las más impactantes.


Las calles de Dar son un desorden y un caos, llenas de edificios coloniales deteriorados, con edificios modernos cerca del puerto, donde está la sede del Banco Central, la Residencia del primer ministro y las oficinas de las mayores empresas nacionales e internacionales, todo cercano al mercado del pescado, la terminal de ferris que cruzan la bahía y más lejos la terminal de ferris a Zanzíbar.

Un paseo por el monumento áscari y ya estás en Samora Street, la calle que más recorrimos junto a Morogoro Street, todo lleno de mezquitas, edificios coloniales y todo tipo de vehículos a motor y bicicletas que van y vienen, todo ello con cientos de peatones por todos lados.

El mercado de la fruta, con cientos de puestos, un bazar lleno de cualquier objeto inimaginable y saltando de bache en bache, algunas calles están asfaltadas, otras son de tierra y si además ha llovido, debes evitar los charcos, toda una aventura andar por la ciudad, además de los vendedores ambulantes, los artistas que te acompañan para que les compres un telar con cualquier imagen africana o las mujeres vendiendo pareos o los hindúes con sus múltiples tiendas.

Una ciudad de más de 3 millones de habitantes, que a las 5.00 de la mañana es despertada por la llamada a la oración de las mezquitas, que tiene una comunidad india que controla casi todo el comercio y que en sus múltiples mercados callejeros, puedes comprar frutas tropicales, verduras y hortalizas, y donde el pescado es frito nada más llega del mar, una combinación para los sentidos difícilmente olvidable.

Fue la ciudad que nos acogió el primer día y el último, donde dormimos en el New Continental y en el Jambo Inn (primer y último día de nuestro viaje), ya que de regreso a Dar después de un mes por Tanzania y sus islas, estuvimos dos días en Mjimwema, dos noches en las playas de sur de Dar, alojándonos en el Sunrise Beach Resort; la ciudad de Dar agota y los paseos por ella, son un consumo de energía constante, coches que pasan rozándote, bocinas que te avisan que puedes ser atropellado, las aceras no existen, los vendedores por todos lados, jóvenes que te intentan vender de todo, los sonidos de las monedas de los vendedores de cigarros, los puestos de frutas y luego la humedad de una ciudad tropical.

Los contrastes son enormes en la ciudad de Dar es Salaam, donde las vistas desde el hotel Kilimanjaro no muestran la realidad de la ciudad, parece una ciudad occidental desde la azotea, pero cuando bajas a la calle rápidamente te das cuenta que estás en una ciudad africana.